“El Señor no deja hundirse a su Iglesia, y él la conduce directamente a través de los hombres que ha elegido porque así lo ha querido: hoy mi corazón está colmado de agradecimiento a Dios”. “Invitar a todos a probar la firme confianza en el Señor, seguros de que sus brazos nos sostendrán siempre y son ellos los que nos permiten caminar cada día, también en la fatiga”. “Quisiera que cada uno sintiera cada día la alegría de ser cristiano”. “Sí, estamos contentos por el don de la fe. Dios nos ama, pero quiere que también nosotros le amemos”. señalaba el papa recordando este Año de la Fe.
“No es solo a Dios a quien quiero dar agradecimiento. El Papa no está solo en la guía de la barca de Pedro, aunque sea su principal responsabilidad. Nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino, muchas personas con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia me han ayudado y están cerca de mí”. El Papa ha agradecido a los cardenales, comenzando por su secretario de estado, a toda la curia romana, así como “a los que en los que distintos sectores prestan su servicio a la Santa Sede, que son tantas veces que no se les ve, permanecen en el silencio…”.Saludo especial también para su dióicesis, la Iglesia de Roma, a las personas consagradas y al entero pueblo de Dios.
“En los viajes y encuentros siempre he percibido grandes atenciones y profundo afecto. Os llevo a cada uno de vosotros en el corazón, en el corazón de un padre. Desearía que mi agradecimiento os llegara un poco a todos, el corazón de un Papa se ensancha al mundo entero y se hace presente a las grandes familias de las naciones”. También “a los que trabajan a en una buena labor de comunicación, a las numerosas personas de todo el mundo que me han enviado en últimas semanas conmovedores signos de amor y de oración. Sí, el Papa no está solo: ahora lo siento de un modo tan grande que toca el corazón”.
“El Papa puede tocar a todos y a tantísimas personas que se sienten cerca de él; e s cierto que recibo muchas cartas de gente importante, pero también de muchas personas sencillas que me hacen sentir su afecto, que nace de estar cerca de Jesús y de la Iglesia. No me escriben como a quien no conocen, como a un príncipe, sino como hermanos, como hijos e hijas, de forma muy afectuosa, se puede tocar con la mano que es la Iglesia, un cuerpo vivo. Una comunión de hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo que nos une a todos. “Esto es motivo de alegría”
“He sentido que mis fuerzas disminuían y he pedido a Dios con insistencia en la oración que me iluminase con su luz para una decisión justa: no para mi bien, sino para el de la Iglesia, he dado este paso en la plena consciencia de su gravedad y de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo; amar a la Iglesia significa también la valentía de tomar decisiones difíciles, de sufrir. teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo”.
“Permitidme que vuelva al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión vuelve a incidir en el hecho también de estar ocupado siempre y por siempre par el Señor. Le pido experimentar que uno recibe la vida cuando la da”. “No vuelvo a la vida privada. No abandono la cruz, sino que me mantengo de un modo nuevo en el Señor crucificado. en el servicio de la oración permanezco en el recinto de San Pedro. “Continuaré acompañado el camino de la iglesia con la oración y la reflexión”.
“Os quiero pedir que me recordéis delante de Dios, sobre todo que recéis por los cardenales llamados a un deber tan relevante y por el nuevo sucesor del Apóstol Pedro: el Señor le acompañe con la luz y fuerza de su espíritu”, deseaba el papa, acabando con la “invocación a la maternal intercesión de la Virgen, Madre de la Iglesia”. “Dios guía a su Iglesia. La sostiene siempre y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe”. “Que en el corazón de cada uno de vosotros este siempre la certeza de que el Señor está siempre cerca, nunca nos abandona”.
Fuentes: Hazte Oír, Agencias, Signos de estos Tiempos