Mártir del Japón, sacerdote de la Primera Orden (1567‑1597) Canonizado por Pío IX 8 junio 1862.
El 5 de febrero de 1597 en Nagasaki murieron crucificados 6 religiosos Hermanos Menores y 17 terciarios franciscanos. Era el final de un largo calvario recorrido por ciudades y regiones entre suplicios de diverso género y recepciones triunfales por parte de cristianos y paganos. A pesar de la dureza de la persecución contra la Iglesia, desencadenada por instigación de los bonzos, no se cerró la época de la asombrosa difusión del cristianismo en el Japón.
Martín de la Ascensión nació de la familia Loinez de Beasáin1 , cerca de Pamplona (España) en 1567. A los quince años fue enviado por su familia a estudiar a Alcalá, filosofía y teología. Pero en 1585 pidió ser admitido en la Orden de los Hermanos Menores en el convento de Augnon. Hecha la profesión solemne, al año siguiente fue enviado al convento de San Bernardino de Madrid, donde vivió ejemplarmente, entre penitencias y mortificaciones. Ordenado sacerdote, solicitó ir a misiones, y, del convento del Santo Angel de Alcalá, fue enviado a México (1590), donde se le encomendó enseñar filosofía y teología en el convento de Churubusco; luego fue trasladado a Filipinas, y enseñó en Luzón. En 1595, Fray Martín, junto con su alumno Francisco Blanco, fue enviado a las misiones del Japón, donde desempeñó, gran actividad apostólica y asistencial en Meaco, luego en Osaka, donde fue guardián. A fines del mismo año se desató la persecución y Martín fue arrestado con 3 terciarios franciscanos: Joaquín Saccakibara, Tomás y Antonio Kosaki, respectivamente de 15 y de 13 años. Con los jesuitas Santiago Kisai, Pablo Miki y Juan Soan de Goto fueron llevados a Meaco, donde ya estaban presos otros cristianos. Les cortaron la oreja izquierda y luego fueron expuestos a las burlas de las gentes de las ciudades y pueblos por donde pasaban en camino a Nagasaki. Allí fueron crucificados con otros 25 compañeros. Murió rezando el salmo 116, Alabad al Señor todas las naciones.
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